En estos días que corren de agitación preelectoral, a veces surgen, como cuchillos afilados, palabras encendidas contra los inmigrantes que ocupan nuestro país. Palabras de intolerancia, reprobadoras, acusatorias; palabras que tratan de justificar con su presencia la existencia de una crisis que tiene raíces mucho más profundas que lo que intentan hacernos creer. Una crisis económica - es verdad - pero que se hunde en la crisis de valores que azota gran parte del mundo, al menos de ese mundo que llamamos civilizado.
Son palabras agitadas por quienes (como ocurrió hace poco en un desgraciado episodio de nuestra ciudad), con afán de ofender a sus adversarios políticos, cargan sus armas verbales contra inocentes que se convierten en víctimas de la inquina de quienes no tienen la sangre fría o la lucidez de pararse a pensar en el verdadero motivo que mueve este tipo de situaciones.
En nuestro país (¡echémonos a temblar!) aún hay discursos que hablan de "hacer una limpieza" (estudien nuestra historia aún relativamente reciente, ¿no les suena de algo este discurso?) y de echar fuera de nuestras fronteras a esas personas inmigrantes que "tienen frente a quienes somos naturales del país todos los derechos del mundo, derechos que a dichos naturales se les niegan".
Aún apenas hace unos días, entró en nuestro departamento de Sociales un hombre solicitando una ayuda económica que no podíamos darles. Ante la negativa, perfectamente argumentada por cierto, arremetió sin más ni más, muy ofensivamente, contra lo que él consideraba una injusticia y un agravio comparativo frente a otras personas, diciendo que en este país hay que ser "negro o moro para conseguirlo todo gratis", al tiempo que esgrimía el mencionado discurso de la "limpieza", sin duda aprendido en los programas radiofónicos y televisivos, así como en la lectura de determinados periódicos que cuentan la realidad con la parcialidad que les marca el poder económico que los sostiene.
De poco sirvió que la trabajadora social tratara de hacerle entender que - independientemente del origen que cada persona tenga- quienes tienen los recursos para solventar situaciones como las que se nos exponía son los ayuntamientos (u otras instituciones, según los casos) en los que se tiene el domicilio. Salió de allí lazándonos a la cara que si hubiera sido "un cochino emigrante" sí que le hubiéramos ayudado.
Pero estas son las insidiosas ideas que se siembran a diario desde diversas instancias en la mente de quienes se ven más azotados por una crisis que, en vez de tratar de solventar por todos los medios, se está manipulando para crear más incertidumbre, más miseria y, lo que es aún más grave, más odio. Y todo ello olvidando que España es un crisol de culturas, que en esta tierra nuestra, por la que tantos pueblos han pasado, nadie puede hablar de hipotéticas purezas de sangre y de privilegios. Y, acercándonos aún más en el tiempo, olvidando también que tenemos un pasado de emigración en el que nuestros padres, nuestras madres, tal vez nuestros abuelos y abuelas, se vieron obligados a salir de España para ganarse no solo su propio sustento, sino también el de toda su familia. No importa que ese no haya sido nuestro caso directo. Seguro que cada uno de nosotros conoce a alguien que sí lo ha sufrido. Y, por mucho que tratemos de convencernos a nosotros mismos de que las circunstancias no fueron las mismas, sí lo fueron los motivos, y muchas situaciones vividas fueron similares a las que hoy estamos haciendo vivir a esto inmigrantes.
Porque ¿quienes somos nosotros para juzgar a estas personas, quienes somos para acusarles de "delitos" que seguramente ni estén en su mente? Cada persona es una circunstancia, y como tal hay que entenderla y respetarla. ¿O es que mientras los necesitamos - porque esa es la realidad por mucho que a algunas personas les pese- para hacer aquello que no queremos hacer todo va bien, pero cuando las cosas se tuercen (aunque sea ligeramente) y no se cumplen nuestras expectativas, nos estorban y tenemos que echarles a patadas?
Las cosas no se solucionan así. Es preciso un poquito más de cultura histórica, un poquito más de reflexión, y convencernos de que los cambios llegan desde esta última y desde la educación, desde un verdadero diálogo que nos permita realmente buscar soluciones, por difíciles que éstas sean a veces, que vayan al verdadero problema de fondo, y que nos permita alcanzar una verdadera convivencia en un mundo que, queramos o no, camina hacia la globalizació.
Sé que me he extendido mucho en estas reflexiones, reflexiones que han sido provocadas al escuchar de un joven poeta de nuestra tierra, Abel Aparicio, los versos construidos en honor a su abuelo - que también vivió la emigración en un momento de su vida - en el poema titulado "Yo no soy de aquí", y que quieren hacernos recordar que lo que hoy les estamos haciendo sentir a estas personas pudieron sentirlo en un pasado no tan lejano nuestros propios ascendientes. Y por eso lo dejó aquí, con permiso del autor, para reflexión de quienes quieran detenerse a leerlo.
YO NO SOY DE AQUÍ
Poema de Abel Aparicio dedicado a su abuelo César
Acabo de llegar a un país en el que no nací,
su tierra, huele igual que la de allí,
pero sus miradas dicen que yo no soy de aquí.
Recorro unos metros y se levanta ante mis ojos
un muro enorma en el que hay escrita una palabra,
un joven me la traduce y casi con miedo me dice,
señor, significa idioma.
Mi casa está en un barrio donde solo viven los de mi país,
es un triste barracón, con cortinas de lamentos
y con ventanas donde se divisan paisajes de soledad.
Por las calles me señalan,
en los bares,
en la fábrica,
parezco el elegido, pero a fin de mes,
me acusan de ladrón de oportunidades,
de hurtar sus sueños,
de agujerear sus bolsillos
y de enviarlo todo,
a los que mecieron mi cuna.
Mis papeles no existen,
mi dignidad no la encuentro,
mis manos sudan dolor y mi abrigo, nunca existió.
Hoy es domingo, salgo a pasear,
la temperatura asciende a cinco bajo cero,
pero esta mañana luce el sol,
estoy en Núremberg, Alemania,
es el año 1964
y soy español.
Hay otro versos escritos por este joven poeta, en su primer libro editado como tal "Tintero de tierra", poemas que nos invitan a la reflexión de algunos de esos temas que en este momento forman parte de nuestro presente político y social, y que algunos - quizás los más extremistas - utilizan como armas arrojadizas confiando en la flaca memoria hacia nuestro pasado y en la nula capacidad de reflexión de las personas que escuchan este tipo de discursos sin ponerlos en tela de juicio.
Y yo me pregunto ¿nos vamos a dejar manipular de esa manera?Escrito en Astorga, un 13 de noviembre de 2011
M.G.R.