Cuando desde la Concejalía de Familia, Igualdad y Servicios Sociales, a través de la propuesta de Anuska Gil y su proyecto "Patinando el Camino", nos planteamos buscar una mujer que destacase por sus valores solidarios, he de confesar que, en un principio, nos pareció una ardua tarea.
Pero después de un tanteo inicial, nos dimos cuenta que teníamos que buscar a una mujer desvinculada de cualquier acción social aplicada desde una organización establecida que le diese visibilidad, y que lo que realmente buscábamos era otra cosa.
Y de pronto, como por arte de magia, en dos momentos y espacios diferentes, tanto a Piedad - nuestra trabajadora social - como a mí se nos vino al mismo tiempo la imagen de una misma mujer: Castorina. Como un claro ejemplo de mujer humilde, solidaria, capaz de superar dificultades y volcarse en los demás, para llenar de positivismo todo lo que hay a su alrededor.
Y es que, a pesar de su gran valía artística, que la reconoce fuera de nuestras fronteras locales, provinciales e incluso regionales, como una de las mejores artistas de nuestra época, sus valores artísticos aún son poco reconocidos entre sus propi@s conciudadan@s.
Pero no es este el momento de ensalzar su faceta creadora, para lo que ya encontraremos mejores espacios y momentos. Lo que nos impulsó a tomar la decisión de elegirla para el homenaje que hoy le hace "Patinando el Camino" es que, fijándonos en ella, podemos encontrar el ejemplo de una de esas mujeres que, en tiempos especialmente difíciles para ellas, fue capaz de llevar a cabo un triple esfuerzo: compaginar su papel como esposa y madre (en el que sufrió profundos reveses), con la dedicación a su arte y, lo que para nosotras fue aún más importante, su faceta como docente, fundamentalmente desde el Instituto de Astorga.
Precisamente en esta faceta, queremos destacar la profunda dedicación a su alumnado, buscando en cada persona lo mejor de sí misma, unas veces a nivel artístico, otras veces - simplemente - a nivel personal, despertando siempre el deseo de superarse a si mismos.
Pero, además, Castorina ha demostrado, a lo largo de todos estos años, ser una persona profundamente solidaria, siempre dispuesta a colaborar en cuántas causas conseguían atrapar su atención.
También su solidaridad y su humildad imbuye cualquier manifestación artística que ella afronta. Especialmente su escultura, en la que la mayoría de las veces toma, como punto de partida, el material encontrado, el bloque de piedra muchas veces abandonado en escombreras, ... el canto rodado incluso. Materiales sencillos para hablarnos desde el arte, con fuerza, con sentimiento, y también con humildad, de grandes temas, muchos de ellos femeninos: la maternidad, el amor, el desamor, la violencia, el dolor...
Una fuerza de vida que, aún a su edad, sigue transmitiéndonos mientras reflexiona golpeando la piedra de lo que la vida le ha ofrecido, de todo a lo que ha tenido que enfrentarse y de todo lo que ha sido capaz de superar.
Un ejemplo a seguir para cualquier persona, especialmente en momentos tan difíciles como estos. Pero aún más para cualquier mujer, especialmente las más jóvenes, a las que les queda todavía mucha trayectoria vital que afrontar.
Quienes la conocéis bien, estoy segura de que estaréis con nosotras en que Castorina era ese ejemplo que buscábamos, independientemente de que pueda haber otras que también se pudieran haber merecido este reconocimiento.
