El jueves día 21, unas inoportunas declaraciones de un político - representante electo de toda una serie de votantes que en su momento le dieron su voto de confianza - volvieron a poner de manifiesto lo lejos que andamos de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Lo refrenda el lenguaje utilizado y el tono con el que se utilizó, para dar su opinión - supuestamente oficial y profesional - sobre una de las personas, una mujer, que ha sido protagonista del último cambio llevado a cabo en el Gobierno de España, declaraciones impregnadas de un machismo anticuado y recalcitrante a pesar de que el autor de las mismas se empeña en decir una y otra vez que sólo fue una desafortunada manifestación de una opinión personal totalmente exenta de cualquier tipo de machismo. Menos mal que no todo el mundo está de acuerdo con él, como manifiesta, por ejemplo, una de las periodistas que consiguen entrevistarlo después de tamaña metedura de pata.
Por encima de consideraciones políticas, como mujer primero y como agente de igualdad después, me pregunto que es lo que estamos haciendo mal para que "individuos" como este, sigan hablando de las mujeres desde un plano personal, despectivo y vejatorio, mientras se les está preguntando su opinión en relación con su perfil político, profesional por tanto. Las mujeres que están, estamos, en el campo profesional (y la política es uno de esos sectores) no tenemos por qué ver juzgada nuestra profesionalidad en base a si somos más o menos guapas, tenemos más o menos arrugas, vamos más o menos vestidas a la moda, o nuestro peinado se ajusta a lo que el público espera de nosotras.
¿Por qué será que este tipo de comentarios no se hace nunca con respecto a los hombres y que cuando a ellos se les juzga se hace estrictamente desde el campo profesional, sin hacer sobre los mismos consideraciones de carácter personal basadas en su aspecto y en los sentimientos que puedan despertar en la persona que los observa? Porque, que quede claro, no es lo mismo hablar de la calva de un hombre - que tampoco se hace - que de los labios de una mujer, o de su figura o de otros tantos aspectos que lógicamente no tienen nada que ver con su mayor o menor valía como profesional y que, sibilinamente, se introducen en el plano de lo sexual, que forma parte del aspecto más íntimo y privado de una persona.
Pero bien parece que las mujeres seguimos estando relegadas al espacio privado en el trato que en muchos casos recibimos cuando ocupamos el espacio público, un espacio que "algunos" hombres - anclados en un pasado que ya hace mucho tiempo quedó atrás, afortunadamente - consideran coto privado, y tal vez por ello se vean empujados a ponernos zancadillas y a despretigiarnos cuando ocupamos esos espacios que pretenden reservarse para ellos, tal vez porque sean incapaces de encontrar argumentos más válidos para tratar de conseguir dicho desprestigio. Dice un refrán que "por la vara que mides serás medido", pero en este caso todo parece apuntar a que no va a ser así. ¡Ojalá me equivoque! Porque estoy casi segura que si esta metedura de pata la hubiera cometido una mujer ya habría sufrido las consecuencias, mientras que aquí...
Todavía hay quien dice que el lenguaje no tiene importancia en la búsqueda de la igualdad. Pero comentarios tan desafortunados como los realizados por el señor León de la Riva con respecto a la Sra. Leyre Pajín, vienen a demostrarnos una vez más que en la utilización totalmente discriminada del mismo se ponen de manifiesto ideas y sentimientos que nos alejan de los objetivos que buscamos. No se utiliza el lenguaje de la misma manera para referirse a mujeres que a hombres. Y, además, el mismo oculta siempre una fuerte carga ideológica. Las palabras pueden convertirse en un arma arrojadiza para minar a quien tenemos en frente, en una artimaña para envolver ideológicamente a quienes pretendemos dominar. Por lo tanto no es verdad eso de que las palabras se las lleva el viento. Y menos en un momento como este en el que quedan registradas en numerosos soportes físicos que los van transmitiendo de un lado a otro.
Por eso ha de quedarnos claro que EL LENGUAJE... SÍ IMPORTA, y que el respeto que nos debemos como personas ha de comenzar precisamente en las palabras con las que nos definimos y nos comunicamos.
Este episodio, desafortunadamente menos aislado de lo que quisiéramos, nos habla de la baja talla moral que exhiben algunos de nuestros representantes. Hay aún muchos León de la Riva en nuestra sociedad que necesitarían una llamada de atención sobre la manera que tienen de referirse a las mujeres, y a algunas otras personas que también forman parte de una sociedad heterogénea y cambiante, en la que deberían tener cabida todas las identidades.
Podríamos seguir apuntando muchas cosas a este respecto, de forma inacabable. Pero prefiero terminar aquí, puntualizando una de las declaraciones hechas por este señor, NO VALE LO QUE SE QUIERE DECIR SINO LO QUE REALMENTE LLEGA A DECIRSE. Y no es lo mismo expresar nuestras opiniones en nuestro círculo más íntimo que hacerlo a nivel público y en un medio informativo de alcance nacional. Porque, por más que nos empeñemos, las palabras no se las lleva el viento, y pueden darnos más de un disgusto.
Aprendamos a utilizar el lenguaje en su justa medida y a practicar el respeto a mujeres y hombres también desde el mismo, porque este es también un reflejo de nuestra ideología y de nuestro alcance moral, como decía antes, muy por encima de consideraciones políticas y sí ligado a consideraciones de valía humana.
Enlaces para reflexionar más acerca de este hecho:
Declaraciones iniciales.
Entrevista en la Cadena Ser.
Observatorio de género: denunciar en red.
Pero bien parece que las mujeres seguimos estando relegadas al espacio privado en el trato que en muchos casos recibimos cuando ocupamos el espacio público, un espacio que "algunos" hombres - anclados en un pasado que ya hace mucho tiempo quedó atrás, afortunadamente - consideran coto privado, y tal vez por ello se vean empujados a ponernos zancadillas y a despretigiarnos cuando ocupamos esos espacios que pretenden reservarse para ellos, tal vez porque sean incapaces de encontrar argumentos más válidos para tratar de conseguir dicho desprestigio. Dice un refrán que "por la vara que mides serás medido", pero en este caso todo parece apuntar a que no va a ser así. ¡Ojalá me equivoque! Porque estoy casi segura que si esta metedura de pata la hubiera cometido una mujer ya habría sufrido las consecuencias, mientras que aquí...
Todavía hay quien dice que el lenguaje no tiene importancia en la búsqueda de la igualdad. Pero comentarios tan desafortunados como los realizados por el señor León de la Riva con respecto a la Sra. Leyre Pajín, vienen a demostrarnos una vez más que en la utilización totalmente discriminada del mismo se ponen de manifiesto ideas y sentimientos que nos alejan de los objetivos que buscamos. No se utiliza el lenguaje de la misma manera para referirse a mujeres que a hombres. Y, además, el mismo oculta siempre una fuerte carga ideológica. Las palabras pueden convertirse en un arma arrojadiza para minar a quien tenemos en frente, en una artimaña para envolver ideológicamente a quienes pretendemos dominar. Por lo tanto no es verdad eso de que las palabras se las lleva el viento. Y menos en un momento como este en el que quedan registradas en numerosos soportes físicos que los van transmitiendo de un lado a otro.
Por eso ha de quedarnos claro que EL LENGUAJE... SÍ IMPORTA, y que el respeto que nos debemos como personas ha de comenzar precisamente en las palabras con las que nos definimos y nos comunicamos.
Este episodio, desafortunadamente menos aislado de lo que quisiéramos, nos habla de la baja talla moral que exhiben algunos de nuestros representantes. Hay aún muchos León de la Riva en nuestra sociedad que necesitarían una llamada de atención sobre la manera que tienen de referirse a las mujeres, y a algunas otras personas que también forman parte de una sociedad heterogénea y cambiante, en la que deberían tener cabida todas las identidades.
Podríamos seguir apuntando muchas cosas a este respecto, de forma inacabable. Pero prefiero terminar aquí, puntualizando una de las declaraciones hechas por este señor, NO VALE LO QUE SE QUIERE DECIR SINO LO QUE REALMENTE LLEGA A DECIRSE. Y no es lo mismo expresar nuestras opiniones en nuestro círculo más íntimo que hacerlo a nivel público y en un medio informativo de alcance nacional. Porque, por más que nos empeñemos, las palabras no se las lleva el viento, y pueden darnos más de un disgusto.
Aprendamos a utilizar el lenguaje en su justa medida y a practicar el respeto a mujeres y hombres también desde el mismo, porque este es también un reflejo de nuestra ideología y de nuestro alcance moral, como decía antes, muy por encima de consideraciones políticas y sí ligado a consideraciones de valía humana.
Mercedes Glez. Rojo
Agente de Igualdad
Agente de Igualdad
Enlaces para reflexionar más acerca de este hecho:
Declaraciones iniciales.
Entrevista en la Cadena Ser.
Observatorio de género: denunciar en red.