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Nuestra bienvenida al blog del Área de Igualdad de Oportunidades promovido por la Concejalía de Mujer, Sanidad y Servicios Sociales del Ayuntamiento de Astorga.
En el mismo encontraréis espacios de participación, noticias sobre cursos, subvenciones, actividades,..., y otras propuestas que nos vayan llegando.

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VIOLENCIA EN CIUDAD JUÁREZ Y LAS MUJERES EN SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD Y EXCLUSIÓN.

El veintiocho de noviembre hará un año que Sofía Corral visitó nuestra ciudad para hablarnos (dentro de la programación con motivo de la conmemoración del Día contra la Violencia de Género) - y a propuesta de la Plataforma ciudadana por la igualdad y contra la violencia de Astorga y comarca - de una realidad de la misma como son los feminicidos en Ciudad Juárez. Podemos pensar que es un problema que no nos afecta porque nos queda geográficamente muy lejos, pero no deja de ser otra cara de la misma moneda, que tienen siempre un mismo trasfondo, aunque según la cultura y el momento se manifiesten de diversas formas, y es siempre la creencia en la inferioridad de la mujer con respecto a la "superioridad" masculina. Desde diversas plataformas en pro de la Igualdad nos ha llegado este artículo de Sofía Corral, profunda conocedora de la grave situación de la mujer en este país latino, que queremos compartir con quienes nos siguen, como elemento de reflexión de una realidad sobre la que no podemos escondernos.


Violencia en Ciudad Juárez y las mujeres en situación de vulnerabilidad y exclusión.

La violencia es recrudecida.

En enero de 2008, la detención de Saulo Reyes, exjefe de la policía local de Ciudad Juárez, acusado de narcotráfico en la ciudad fronteriza de El Paso, Texas, marcó un referente de la infiltración de elementos criminales dentro del poder judicial. En el mismo año, con la intervención de las fuerzas castrenses, se impuso el recrudecimiento de la violencia en Ciudad Juárez, en una nueva dinámica social de represión e intimidación.

Bajo el argumento de que se está combatiendo al narcotráfico, los diferentes niveles de gobierno han lanzado una campaña mediática para intentar convencer a la población de que el incremento de muertes (de 2 a 9 por día) era resultado del daño colateral que debía asumirse en la guerra contra las mafias, así como ocurre con cualquier guerra -afirmaban.

Lo incongruente de ésta versión ha sido, que después de dos años y medio de “guerra contra el narcotráfico” los poderosos narcotraficantes aun siguen protegidos, mientras que miles de personas inocentes han perdido la vida entre ellas: defensoræs de derechos humanos, profesoræs, estudiantes, activistas políticos, periodistas entre otr@s. El analista político Edgardo Buscaglia, ha declarado en algunos programas televisados, que la clase política está infiltrada desde sus bases hasta la dirección, de elementos corruptos. Policías, ministros, jueces e incluso la presidencia de la república, han sido acusados de conspiración y complicidad con las mafias mexicanas por organizaciones políticas de defensa de los derechos humanos.

La actuación de los agentes políticos corruptos incluye el secuestro, tortura, extorsión, fraude, enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, feminicidio y homicidio, bajo la protección que su cargo político o judicial les proporciona.

En el aparente caos que se ha generado con la recrudecida violencia, hay acciones que no han sido cuestionadas por la clase política, entre ellas: la fiscalización de fondos y financiamiento de las mafias y demás grupos delictivos; la apertura de informes sobre los fondos de las empresas e instituciones legalmente constituidas a partir de la contribución del blanqueo de capitales y un inventario de propiedades y valores de los funcionarios relacionados con el narcotráfico.

La omisión de acciones al respecto nos indica claramente una falta de voluntad para terminar efectivamente con la problemática del mercado ilegal de drogas, por lo que el argumento del combate al narcotráfico surgido de los programas Operativo Conjunto Chihuahua y Plan Mérida resultan inverosímiles. Es lógico suponer que si se pretende combatir al narcotráfico debe desarticulárseles desde sus operaciones financieras, no en una batalla campal en medio de una ciudad con un millón y medio de habitantes. La población no tiene por qué pagar con su vida los errores de estrategia militar o gubernamental.

Las mujeres ante el contexto de violencia.

Desde 1993 se produjo el primer caso de feminicidio tal como Marcela Lagarde posteriormente lo denominaría bajo ésta categoría analítica, para designar las muertes de mujeres por el hecho de ser mujeres y que autoras como Julia Monárrez han acuñado como feminicidio sexual serial, refiriéndose específicamente a la forma de violencia que se genera en Ciudad Juárez y por la que ha sido internacionalmente conocida. Desde esa fecha y hasta ahora, las muertes y desapariciones de mujeres no han cesado, por el contrario, se han intensificado en número y recrudecido en su perfil de violencia. Una nota del periódico local juarense El Diario con fecha del 13 de octubre de 2010 publicaba el siguiente titular: Asesinan a 6 mujeres en 24 horas; a una le dejan una rosa. Hechos como éste y otros donde se han encontrado cuerpos de mujeres decapitadas, arrojadas ya no en un descampado como ocurría anteriormente, sino en plena zona urbana, con mensajes de escarnio y símbolos de burla, indican la profunda misoginia a la que se someten las mujeres en contexto de violencia.

Se ha producido un olvido de las muertes de mujeres, ante la abrumadora violencia contra los hombres. Ambos: homicidio y feminicidio se han incrementado, pero considerando que las mujeres históricamente hemos sido excluidas del contexto de poder y toma de decisiones, es evidente que cualquier circunstancia nueva en la dinámica social, nos posiciona en clara desventaja respecto a los hombres para afrontarla.

Hay informes que destacan que las muertes de hombres son muchas más que las de mujeres, con esas declaraciones intentan restar importancia a la violencia que ellas reciben. Es evidente que éstos informes no ofrecen ninguna declaración novedosa, en Ciudad Juárez en cifras totales, siempre han sido más los asesinados que las asesinadas. Pero eso se entiende tomando como referencia a las víctimas, lo que éstos informes omiten, es la referencia a los agresores, que también siempre han sido más los asesinos que las asesinas. Lo cual nos conduce a suponer que las mujeres somos receptoras de una violencia que no corresponde a nuestra condición de género, las mujeres víctimas de asesinato, son víctimas de la acción de una dominación histórica, personificada en el poder masculino.

Debe destacarse también, que previo al asesinato, las mujeres ya han padecido una trayectoria de exclusión y marginalidad social, con desventajas económicas, laborales, familiares y políticas frente a sus opresores machistas. La marginalidad de las mujeres es favorecida por instituciones dirigidas por hombres, gobiernos representados por hombres, espacios de cultura predominantemente masculinos y una convivencia doméstica de explícita y simbólica dominación patriarcal. Por ésta razón es importante reconocer el contexto real en el que se encuentran las mujeres ante la situación de violencia que se ha generado desde el 2008. La marginalidad económica conduce a una mayor vulnerabilidad ante la violencia.

Las mujeres no sólo nos vemos afectadas cuando la violencia se dirige específicamente a nosotras, sino también cuando la muerte es hacia los hombres que nos rodean. Los ejemplos abundan.

Muchas mujeres han quedado en situación de viudez y por consiguiente en precariedad económica, quedando como únicas responsables de la educación y consuelo de sus hijos, de afrontar la pérdida del ser querido y de hacerse cargo de los trámites fúnebres de su marido, además de afrontar a una sociedad regida por estereotipos sociales que las margina a partir de la condición de estado civil en que se encuentran. Los hombres viudos pocas veces se hacen cargo de los hijos y las hijas, delegando responsabilidades en las hermanas, madres y otras familiares, bajo el argumento de no poder hacerlo por su condición de hombre.

Otras mujeres como Luz María Dávila o Austreberta Vital perdieron cada una a dos de sus hijos, la primera en la masacre de Villas de Salvarcar y la segunda en una masacre similar en la madrugada del 23 de octubre de 2010 en Horizontes del Sur, ahora afrontan el dolor de la ausencia de sus hijos y a un Estado misógino que las ha ignorado en sus exigencias de justicia. Siguen siendo ellas las que denuncian, las que buscan solidaridad, las que hablan a los medios, las que se movilizan y las que asumen la búsqueda de los responsables y el castigo al delito.

Las mujeres huérfanas sobre todo las más pequeñas en éste contexto de dolor e impunidad, aunque coincidentes con los huérfanos en algunos puntos del proceso de recuperación y confrontación de duelo, tendrán que afrontar de manera distinta a ellos, la hostilidad de una ciudad regida por la barbarie, por la vulnerabilidad a la que serán sometidas en el plano económico y de prejuicios sociales, además como víctimas de una violencia contra las mujeres que es generada únicamente por el hecho de ser mujeres. Ellos entre tanto, tendrán mayores herramientas y facilidades para su desarrollo, puesto que siguen dominando el espacio público y los campos de poder como hombres.

La muerte es la culminación de la violencia de género porque no se puede ir a más, sin embargo la memoria de las asesinadas, sigue siendo denigrada a través de los informes oficiales de las autoridades y los medios de comunicación. En medio de la violencia estructural permanente, de las condiciones económicas y sociales que limitan los derechos de ellas y la violencia física que puede conducir a la muerte de las mujeres, se encuentra otro tipo de violencia que podría denominarse como violencia coyuntural, la cual ocurre en un período de tiempo específico, en un lugar determinado, como consecuencia de la aplicación de políticas sociales como es el caso de la militarización de Ciudad Juárez. A éste tipo de violencia corresponden los abusos que los elementos del ejército cometen contra mujeres ejerciendo acoso sexual, magreo, intimidación o violación.

Por las razones aquí mencionadas, considero que el tratamiento de la violencia hacia las mujeres debe ser especial en un contexto de violencia generalizada y debe corresponder a un análisis profundo de las condiciones históricas que las han llevado a los diferentes tipos de violencia, haciendo evidente su mayor vulnerabilidad frente a la de los hombres por su condición específica de género.

Sofía Corral.

Para conocer más sobre el tema visitar la pág. Mujeres en Juárez.