Este texto es un regalo de nuestra Concejala de Mujer con el que podemos acercarnos sin dudarlo al mundo de la poesía, de la mano de otra mujer, poeta, que siempre nos hace vibrar con sus versos y con su voz, Mari Fe Santiago Bolaños. Ella estuvo una vez más en Astorga, compartiendo su sabiduría y despertando el interés por la poesía entre la gente más joven, con su voz y con los versos de Alfonsa de la Torre. Gracias, Mari Fe por tu regalo.
(Yo las he visto y se parecían a nosotras. ¿Nos parecíamos a ellas?)
“Voy a hablarte del agua, de las mujeres que lavaban sus cabellos en el río y lo llenaban de serpientes”
Así comienza Marifé Santiago Bolaños el cuarto día de su hermoso libro “El Día, los Días”.
Y sigue contando de su abuela maragata que dejaba que la corriente se llevara sus sueños.
Habla ese poema de mujeres que emigraron de los pueblos de Somoza, que se fueron detrás de la esperanza, y hoy pueblan Madrid, Bruselas, Dublín o Salamanca.
Mujeres con los pies en el arroyo fresco que buscan el rostro del amado entre las nubes.
Mujeres que aprendieron a serlo en el silencio.
Mujeres que reconocieron al hombre cuando regresaban de lavar la ropa.
Mujeres que se olvidaron de sí mismas.
Mujeres que envejecieron contando estos cuentos a las niñas.
Mujeres que sin saber como, presienten terremotos, y escriben los sueños que todas tenemos escondidos, les dan forma y así nos permiten seguir sobreviviendo cuando el frío hace temblar las manos y amorata los labios. Cuando la amarga soledad, seca y desbarata la alegría.
Mujeres que conocen donde encontrar la fuente del olvido.
Un lugar difícil y escondido. Al alcance solo de las que saben buscarla.
Una fuente, abierta, como mano extendida, de donde mana agua fresca en cinco direcciones
Cinco hilillos de agua que desaparecen en el prado tan milagrosamente como habían nacido.
Y saben las mujeres que hay que beber de ella cuando llega la hora. Pues se dice –y es verdad - que el agua de esa fuente tiene el poder de hacer olvidar los males.
Pero hay que ir a la fuente sola y allí, arrodillada en la hierba, beber despacio. Enseguida la memoria se aligera y no conserva más que los momentos felices, las horas de aquel amanecer o la tarde ¿te acuerdas? de las mariposas.
Los demás recuerdos, los que duelen, los que desgarran el alma y la devoran, todos desaparecen, se los va llevando el agua.
Y así liberado ya el lastre de la pena, la mujeres regresan de nuevo al lago subterráneo que dicen sostiene los sentimientos.
Para tejer, para soñar, para pensar, para crear y, juntas, ir engarzando las cuentas de un collar.
Un collar ligero con que adornar su cuello y el del hombre que quiera compartirlo.
Y un manto para abrigarse.
Cómo abriga este hermoso libro de Marifé Santiago, “donde el mito y el rito son el núcleo germinal de sus versos” según escribe Amalia Iglesias, “un poemario que reivindica los sentimientos y los ideales, la palabra poética como tabla salvadora que nos reconcilia con la belleza y nos hace menos huérfanos en el desamparo existencial”
“Un diario de lo sagrado que guarda el discurrir del tiempo de la ciudad y el tiempo de la imaginación”.
Un hermoso libro. Para leer, para soñar, para disfrutar.
(En Astorga el día que llega la primavera, y corre el mes de Marzo de 2010)
Victorina Alonso Fernández.