Manuela Bodas recogiendo uno de sus premios. |
El pasado día 20, nos acompañó como espectadora en el recital poético musical "El canto y la ceniza" Homenaje a Marina Svetaieva y a Anna Ajmátova, y fruto de esa experiencia surgió este texto que nos ha hecho llegar y que fue publicado el pasado viernes 27 de abril, en "El Faro astorgano".
Muchas gracias, Manuela, por compartirlo.
EN EL VIENTRE DE LA MEMORIA
En el
vientre de la memoria,
se
abren sagradas estrías de vida.
Hay una
tarde agarrada a la cintura de las pérdidas,
en las butacas de un
recital de poesía y música.
En ese recital, comen de
la mano,
de una Láquesis tejedora
de palabras,
cuatro hermosas ramas del
árbol sagrado de los versos.
Versos de labios, para
Marifé Santiago Bolaños,
para Olvido García Valdés,
para Monika Zgustova.
Y versos de manos para
Bachelis Irina.
Versos,
manos, labios. Versos, labios, manos,
atados al recuerdo de dos
almas elevadas por Átropos,
a la musa protectora del verbo.
Versos,
y manos, y labios atados a un vivo recuerdo.
Para Marina Tsvetáieva
versos del árbol enfermo del hielo.
Para Anna Ajmátova labios
del planeta poema.
Para Marina y Anna, manos
engañando espantos.
Versos,
y manos, y labios, y canto,
y…
ceniza envuelta en una suerte de milagro.
El milagro de llenar la
tarde con la presencia de Marina Tsvetáieva.
El milagro de ocupar
nuestros cuerpos, con la musa de Anna Ajmátova.
Un pulso
a la vida, muerte, vida,
convocando
al viento de las sílabas,
que van
a dar al universo de las frases aún no dichas.
De las
frases que nos hacen únicos pero iguales ante el otro.
Tantos y
tantos cantos supurando ceniza,
que
llenan un cáliz de espasmos solitarios.
Tantos y
tantos cantos supurando vida,
que son
de todos, de ti, de ellas, de todos.
Todos,
tantos, cantos, Tsvetáievas, Ajmátovas,
Marifés,
Olvidos, Monikas, Irinas.
Todas,
todos, como islas divinas, surcando el Leteo de los días.
Monika y Olvido en un momento de la lectura. |
Las frases anteriores, son
vibraciones de un encuentro, una cita con la ola de unos minutos llenos de
existencia. Una ola de emociones que amputaron las rutinas de las normas, que
cosieron los lamentos de las soledades no queridas del día a día. Son
vibraciones producidas por las voces de cuatro hermosas mujeres tiñendo sueños,
alzando un réquiem de pasión, convocando al poeta que todos llevamos dentro.
El pasado viernes, en el
auditorio del conservatorio “Ángel Barja” de Astorga, se alzó un altar de
letras hacia dos poetisas que ya se han escondido en el universo del lado
oscuro, pero que gracias a otras cuatro mujeres llenas de gracia, estuvieron
presentes en un acto de fe lleno de emoción y verbo.
Gracias a las poetisas
Marifé Santiago Bolaños, Olvido García Valdés, Monika Zgustova y a la pianista
Irina Bachelis, todos los asistentes al recital poético-musical “El canto y la
ceniza”, pudimos sentir las sacudidas del alma de dos de las más prestigiosas
literatas y poetisas rusas del siglo pasado.
Gracias también a la Concejalía de la Mujer, Sanidad y Servicios
Sociales y Concejalía de Cultura, que injerta la cultura entre la cotidianeidad
del día a día.
Irina y Marifé en otro momento del acto |
¡Qué las musas nos sean
propicias! ¡Qué el lado blando de las palabras, nos descubra las buenas razones
para seguir superando rutinas! Ojalá en la estación de la vida, sigan las alas
de las sílabas, batiendo sueños, recordando cantos ajenos, dándonos pistas para
ser solidarios con el dolor, con el miedo, con el viento que ruge ardiente
entre las montañas del tiempo.
Termino diciendo que en el auditorio, se saboreó una suerte de calma dirigida a las almas de las
homenajeadas, que estuvieron entre nosotros, admirando sus propios poemas en
labios y manos de cuatro amigas admiradoras de sus versos y sus sueños, de sus
pasiones, de sus juegos de letras y verbos. Porque hubo momentos de magia,
donde todos éramos uno y uno era el sentir de todos.
Manuela Bodas Puente
Veguellina de Órbigo.