“VIOLENCIA DE GÉNERO: UNA REALIDAD SOCIAL QUE NO DEBEMOS IGNORAR”.
1º Premio Carteles Concurso "Jóvenes por la Igualdad Efectiva". Astorga 2010 |
En el momento de escribir estas líneas, son ya 64 mujeres las que de manera oficial han sido asesinadas a manos de la llamada “violencia de género” en España. Pero en realidad son más, muchas más. Porque hay otras mujeres que pierden la vida como consecuencia de esta situación, más allá de los días en que su muerte se considera causa-efecto de la misma. En cualquier caso siguen siendo muchas, demasiadas. Y cuando alguien trata de dar voz a estos números, números que encierran en cada cifra un nombre propio, aún se siguen oyendo voces que ponen la culpa (al menos parte de ella) en la propia víctima: “Pues si la maltrataba, que lo hubiera dejado…”, “a mí un tío no me pone la mano encima…”, “es que las mujeres, ahora, aguantan muy poco y, claro, luego pasa lo que pasa”…
¿Pasa lo que pasa? ¿Es que hay alguna justificación válida para cualquier tipo de violencia, y más aún cuando esa violencia es ejercida contra otro ser más débil? Y luego hay también voces disonantes que dicen: “pero es que también hay mujeres que asesinan y violentan a los hombres y a estas no se les castiga de la misma manera, ni siquiera se considera “violencia de género””. Es entonces cuando deberíamos hacer varias consideraciones al respecto. La primera de todas es que “violencia de género” se considera aquella que está ejercida sobre la mujer, en este caso por su pareja o expareja, partiendo de una situación histórica de desigualdad en la que, durante siglos, el hombre la ha callado, vilipendiado, menospreciado, ninguneado, sometiéndola a un estado de sumisión y dependencia que la ha privado de sus derechos como persona en igualdad de condiciones a los de él. Y hablamos de generalidades, que no de individualidades. Claro que, la carga social y cultural es tal que, la gran mayoría de mujeres tiene asumido su papel como algo normal y natural. Tal vez por ello en esa incomprensión del propio fenómeno de la “violencia” se oigan aún tantas voces femeninas, justificando a veces determinadas situaciones. Dicen las estadísticas que la mayor parte de las mujeres que viven en condiciones de violencia de género sólo adquieren conciencia de ello después de siete años de padecer diversos tipos de violencia. Porque la violencia de género no es sólo aquella que lleva a una víctima hasta la muerte. Este es el resultado último. Lo habitual es que antes haya estado sometida a algunas de las formas que se consideran dentro de la misma y que no son tan visibles como la violencia física, ni para ella ni para las personas que tiene alrededor (que no suelen ser muchas porque el agresor tiende a aislarla tanto de su familia como de sus amistades). Hablamos, por ejemplo, de la violencia psicológica (que puede llegar a ser extremadamente sutil), la violencia económica, la sexual,…
La segunda consideración a tener en cuenta es precisamente la violencia que se produce a la contra. Esta no es considerada como violencia de género porque no parte de una situación histórica de desigualdad del hombre con tal. Por ello, al igual que la violencia ejercida sobre otros miembros del núcleo familiar (que desgraciadamente también van en aumento, como el ejercido hacia hijos e hijas, o de estos hacia sus padres y madres,…), ésta se incluye en la denominación de “violencia doméstica”. Pero más allá del término utilizado para clasificarla, no es cierto que una y otra tengan diferentes consideraciones penales. Precisamente la revisión del Código Penal, promovida por la Ley contra la Violencia de Género, ha venido a elevar a la consideración de “delitos” algunos aspectos que en el anterior solo eran interpretados como faltas, planteando “penas de prisión” para situaciones que antes se solventaban con una llamada de atención o, como mucho, una multa. Y esto en igualdad de condiciones tanto en el caso de que el delito se haya cometido dentro de la “violencia de género” o de si se ha hecho dentro de la “violencia doméstica”. Por lo tanto, no es cierto que esta ley haya venido a beneficiar únicamente a las mujeres agredidas por sus parejas, en detrimento de los hombres que sufren también estas agresiones, antes bien, todo lo que tiene que ver con el ejercicio de la violencia en el ámbito familiar ha salido beneficiado en cuanto a tratamiento penal, independientemente de quien la ejerza, pues ha pasado de considerarse una “falta” realizada en el ámbito privado, a considerarse un “delito” de consideración pública. Otra cosa es que ni el sistema jurídico (basado en las personas que ejercen el ministerio penal) ni el sistema social, esté aún preparado para estos cambios. Por último, comentar que ahora mismo también son tenidas como delito las denuncias falsas.
Con todo esto debería quedarnos claro que detrás de este tema hay mucha más información y muchos más aspectos a tener en cuenta que los que habitualmente manejamos y con los que nos permitimos el lujo de hacer juicios de valor, a menudo bastante desafortunados, tal vez por el hecho de conocer “un caso” más o menos próximo, del que rara vez podemos conocer los verdaderos entresijos, o de considerar determinadas sentencias de todo punto “injustas”. Pero eso siempre lo ha habido con respecto a la justicia, porque aunque esta sea “ecuánime”, no siempre lo son las personas que la ejercen. En cualquier caso, las cifras están ahí. En diez años que se llevan contabilizando los asesinatos “oficialmente” realizados bajo violencia de género, las víctimas superan considerablemente las provocadas por cuarenta años de terrorismo de ETA. Pero estos asesinatos no los cuestionamos bajo ningún concepto, y enseguida nos posicionamos en contra. No así con los asesinatos por violencia de género, con respecto a los cuales aún hay gente, demasiada diría yo, que busca justificaciones donde no las hay ni puede haberlas.
Y no es que pretenda comparar una situación con otra. Pero, para mí, también la violencia ejercida contra las mujeres es una forma de terrorismo, porque se basa en provocar el miedo, en ejercer un poder que no sabes nunca de donde te va a caer. Y no se trata de una lucha de mujeres contra hombres. Afortunadamente movimientos como el de “Hombres por la Igualdad”, que empieza a propagarse por muchos puntos de nuestro país (sin ir más lejos en León tenemos uno), ponen de manifiesto que el posicionamiento es el de una sociedad que busca que unas y otros tengamos los mismos derechos, frente a hombres que siguen utilizando una herencia histórica para tratar de imponer su “poder” frente a quien consideran más débil, ejerciendo un control permanente disfrazado de amor.
2º Premio de Carteles |
3º Premio de Carteles |
El día 25 de noviembre se conmemora el “Día contra la Violencia de Género”, también llamado “Día por la erradicación contra la Violencia hacia la Mujer”. Este año, un importante número de hombres nos acompañaron en la concentración que se realizó ante el Ayuntamiento de Astorga. Gracias a todos ellos y que cunda el ejemplo, porque es un problema de toda la sociedad.
Mercedes Glez. Rojo
Agente de Igualdad.