DIECIOCHO, DIECINUEVE, VEINTE...
Autora: Marina Gay Ylla, de Astorga. Alumna de 3º de E.S.O. del I.E.S Astorga
2º Premio de relatos categoría A del I Concurso “Jóvenes por la Igualdad Efectiva”. Astorga 2010
¡Cómo me encanta que me pesen las mantas, me siento más a gusto! Siempre me voy a la cama antes de que venga papá; me gustaría verlo, pero siempre llega tarde.
Me gusta dormir con la puerta cerrada, la habitación me resulta más acogedora. No sé porqué, pero mamá se siente más segura si la cierra con llave. Cuando hay ruido me agarro muy fuerte al peluche que me regalo papá cuando nací. Ahora tengo casi ocho años.
- ¡Daniel, vamos, despierta que no llegas al colegio!
¡Mm...! Huele a tostadas recién hechas. ¡Qué hambre! Mamá siempre está mirando los fogones mientras yo desayuno, aunque no esté cocinando nada.
Entro en el coche. Me gustan sus asientos, son cómodos. Disfruto cuando me lleva mamá. Vamos más tranquilos. El sol no me deja abrir los ojos del todo. Empieza a hacer calor. Mamá baja las ventanillas y llegamos al cole. Veo a Marcos, mi mejor amigo. Me encanta ir a su casa. Siempre jugamos con su perro y luego su papá nos trae sándwiches y vemos la tele todos juntos. El papá de Marcos es divertido. Me cae bien, nunca grita. Su mamá es muy alegre. Antes mi mamá y ella eran muy amigas, pero, un día, mamá dejó de quedar con ella. A mi papá, Clara no le gusta demasiado; dice que sale mucho.
En el cole estamos haciendo adornos para las fiestas. Nos han dicho que este año se celebra el centenario y hay un concurso para elegir la mejor invitación. Seguramente salga la de Sergio, se le da muy bien pintar. La madre de Marcos me ha dicho que si quiero, ella me puede ayudar; sabe que mi papá no puede. Él dice que después del trabajo merece un descanso y se va a dar una vuelta con sus amigos.
Ya es la hora de comer. Voy rápido. No quiero que Clara tenga que esperarme. Ella siempre me lleva a casa a mediodía, porque mamá está haciendo la comida. A papá le gusta tener la comida lista y caliente, si no se enfada mucho; aunque no sé si vendrá a comer o no. Nunca avisa.
Ya hemos llegado. Le digo adiós a Clara y a Marcos. Se oyen gritos en casa. Creo que papá hoy llegó un poco antes. Me abre mamá. Me gusta verla después del “cole” porque ya está maquillada, pero esta vez no le ha dado tiempo. Papá sale muy rápido de casa. Debe de llegar tarde a algún sitio.
Cojo una silla y me siento a comer al lado de mamá, pero como yo solo; ella no tiene hambre. Creo que esta tarde me pondré a hacer antes los deberes. Saco de la mochila la invitación y el estuche. Pienso. No se me ocurre nada. Voy a ver si duermo un poco; luego la haré.
Me despierto con el sonido de la puerta. Me duele la tripa. No me gusta como suena la puerta por la noche.
Mi puerta se abre. Mamá me trae un bocadillo para cenar y me da un beso. Oigo como cierra mi habitación con llave; me arropo y me duermo.
Hoy me lleva papá al cole. A mamá le dolía la cabeza. Me abrocho el cinturón. El camino se me hace largo pero llegamos antes.
En el recreo no quiero jugar; pienso mucho en mamá. Tengo ganas de verla, pero me dijo que comiera en casa de Marcos para hacer juntos las invitaciones. Me alegra poder jugar con Marcos; él y su mamá me quieren mucho. Clara trabaja en un centro comercial. Me entrega una bolsa y me dice que se la dé a mamá, que es un regalo. En el portal, abrí la bolsa para ver lo que llevaba: había algunos botes de pintura y…. un brillo de labios color beige. Me pregunté si sería para el teatro de las fiestas.
Mamá tarda en abrirme. Me pongo nervioso, pero sé que papá no está en casa a estas horas. Doy un paso hacia la puerta y pego mi oído. Se oye la puerta de un armario y al fin, ella aparece. Me relajo, ella respira hondo; se alegra de verme. Me da un abrazo.
- ¿Qué tal con Marcos?
- Bien, hicimos las invitaciones para el concurso y... Clara me dio esto para ti.
Abrió la bolsa y permaneció en silencio durante un rato. No pude verle la cara, no me miraba. Fui a mi habitación, puse en el escritorio la mochila y me tiré en la cama mientras contaba los desconchones del techo. Me entretiene, nunca me sale el mismo número. El resto de la tarde pasó deprisa.
Se oye la puerta de la calle. Creo que entra corriente. Cierro mi puerta. Se oyen gritos. Me dejo caer en el suelo y miro mi cama: la he arrugado un poco mientras me tumbaba. Tiro de los picos de la colcha hasta estirarla. Mamá llama para cenar. Huele a pizza. ¡Me encanta! Cuando termino, miro hacia papá, él me mira, luego baja la vista y sigue comiendo. Mamá come despacio. Miro hacia mi plato. Ya no tengo hambre, pero sigo comiendo. Papá se levanta. Debe de estar cansado. Se va a la cama.
Diecisiete, dieciocho, diecinueve... ¡imposible! Ayer me salían veinte. Me pesan las mantas, pero no estoy cómodo. Mamá no ha venido aún a darme las buenas noches. Estoy nervioso, será por las fiestas. Se abre mi puerta; mamá me sonríe y me da un beso. Me dice que le haga sitio y se tumba a mi lado. Solía hacerlo cuando yo era más pequeño y tenía miedo. Hoy no echa la llave. Oigo su respiración y me voy relajando...
- Dani, Daniel, no hagas ruido.
- Pero, mamá qué...
- Sshh ¡Calla, tenemos que irnos!
Sigo a mamá por el pasillo. Me da mi abrigo. Me lo pongo en silencio. Me coge de la mano y salimos. Mamá no cierra la puerta. Hace frío. Todavía es de noche. Veo el coche de Clara pero Marcos no está. Mamá me manda entrar en el coche. Entonces miro nuestras maletas. Hacía mucho tiempo que no íbamos de vacaciones. El coche arranca. Me mantengo en silencio sin entender muy bien todo, pero estoy muy cansado para hablar. Mamá me da la mano por detrás del asiento.
- ¿Dónde vamos mamá?
- Duerme un poco, enseguida llegaremos al aeropuerto. Cierro los ojos. Estoy tranquilo. Ella no suelta mi mano.